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Los jardines de la Alhambra durante el reinado de los Austrias

  

Los jardines de la Alhambra durante el reinado de los Austrias
Este jardín experimentó una importante adaptación y renovación a partir de 1625, año en el que se repararon, enlucieron y blanquearon las paredes del jardín y se colocaron “encerados... en el corredor de los mármoles dorados que es junto a la estufa...”68. Ese mismo año de 1625 se contrató con el cantero Bartolomé Fernández Lechuga una fuente de piedra de Sierra Elvira69 que labró a partir de los contramoldes que se le facilitaron.
Bartolomé Lechuga, o Bartolomé Fernández Lechuga, era por entonces cantero y sacador de piedra, aunque llegaría a ser maestro mayor de las obras de la Alhambra tras la muerte de Francisco de Potes, cuyas ausencias suplía sin embargo Diego de Oliva, maestro de carpintería, quien posiblemente dio el diseño de los contramoldes70.
La fuente se concertó en dos mil reales que se pagaron en varias libranzas, como era habitual. Las posturas y el remate de la hechura de la fuente se hicieron en febrero de 1626, estando por entonces el jardinero Juan de Tolosa ocupado en “poner y plantar los cuadros del jardín de los Mármoles”71. La fuente se fijaría en el centro de los cuadros del jardín, unida a “cuatro canales de piedra que labro [Bartolomé Lechuga] para regar los cuadros del dicho jardín”, cuyo contorno quedó delimitado asimismo por un ribete de azulejos salidos del taller de Pedro Tenorio.
En abril ya estaba Bartolomé Lechuga labrando “la taça grande que se pone en la fuente que se haçe en el jardín de los Mármoles”. Pero para bruñirla se contrató al cantero Luis Muñoz quien la terminaría: “el cual la ha de labrar a boca de cinçel como se concertó con Bartolomé Lechuga, cantero...”72. El caño era de bronce, como en el resto de las fuentes de las casas reales, y lo hizo el herrero Francisco Barea73. El encañado venía desde el Mexuar74 y era de barro, siendo en esta ocasión el alfarero
Gregorio de Ortega quien suministró los arcaduces que sentó el cañero Francisco López75. Bartolomé Lechuga labró también un cauchil de piedra para el desaguadero del jardín.
El patio de los Mármoles tomó su aspecto definitivo tras la obra de solería y aforos, contratada en 1626 con “Diego López, maestro de solería”76, siendo el maestro azulejero Pedro Tenorio quien hizo los “açulejos y olambres y verduguillos y aliçares que le está mandado haçer para la obra y aforos y solería que se haçe en el jardín de los Mármoles, y los de la cerca de los cuadros del dicho jardín de los Mármoles”77. La solería, a diferencia de los patios de Comares y Los Leones era de ladrillos de rasilla78 y azulejos79. Las paredes se pintaron con almagra, adquiriendo así una tonalidad rojiza: “...a Pedro Melgarejo veintidos maravedis... por dos libras de almagra que trujo para pintar las paredes del jardín de los Mármoles a veintiocho maravedís la libra...”80
Se sabe de la existencia en este jardín de un pilar, a mediados del siglo XVII81, situado quizá a la entrada del jardín, en el mismo lugar donde el cantero Alonso Hernández hizo dos asientos con losas de mármol en 163982, asentadas con obra de albañilería por Gregorio de Lara que por las mismas fechas también trabajaba en el Jardín del Adarve Nuevo.
Desde el lado sur del Jardín de Daraxa se entraba en los sótanos de la sala de Dos Hermanas, grupo de galerías abovedadas en torno a un aposento central llamado Sala de los Secretos porque su bóveda permite transmitir de uno a otro de sus ángulos el sonido, y quizá sea éste el laberinto de Creta mencionado en algunos documentos de la Alhambra: “Y enfrente deste [postigo adentro de la cuadra principal de los Baños] para entrar en el laberinto de Creta hay un postigo nuevo con tableros de nogal y... poco mas adelante hay una puerta... que mira al jardín de Daraja”83.
En el Alcázar de Sevilla hubo también desde 1573 un “Jardín del Laberinto”84. En la Alhambra el laberinto de Creta no era un jardín sino un recinto interior bajo la sala de Dos Hermanas (fig. 6).
Fuente: Los jardines de la Alhambra durante el reinado de los Austrias
Universidad de Granada
Esther Galera Mendoza

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Los jardines de la Alhambra durante el reinado
de los Austrias

Así, por ejemplo, en 1625 el cantero Julián Martínez trajo cincuenta
varas de “losas blancas de la sierra de Filabres para solar
los patios reales del Cuarto de Comares y Leones a raçon cada
vara de treynta y seys reales...”32, y pocos años después, en 1645,
sabemos que Diego de Landeras repuso parcialmente las losas
del patio de Comares: “...en el patio de los Arrayanes, en el pretil
del estanque, que estaban algunas hundidas y levantadas”33.
Descubrir el pavimento y volverlo a sentar era una operación
que se realizaba con relativa frecuencia para reparar el encañado
que llegaba hasta las fuentes y alberca: “...desasentar y volver
a sentar las losas de mármol blanco en el patio de los Arrayanes
que se levantaron para descubrir la cañería que va a la
fuente de la puerta de la sala de Comares, y para adereçarla y
soguearla...”34. El pavimento de mármol sugiere que este jardín
tenía un carácter representativo acorde con el uso del palacio,
que le distinguía de otros jardines de la Alhambra de uso más
reservado cuyo suelo era de ladrillo de rasilla y azulejos, o simplemente
empedrado con guijarros del Darro y Beiro.
Unos andenes de losetas cuadradas de mármol separaban los
parterres de naranjos y limones de los muros donde se clavaban
las esteras que les protegían en invierno de las heladas35.
En unas excavaciones realizadas en el patio de Comares se
descubrieron estas “aceras al pie de los muros largos, formadas
por losetas de mármol cuadradas que en su día fueron losas
sepulcrales musulmanas, a las que se les recortó unificándolas
de forma y tamaño, a mas de machacarle las inscripciones y alisar
la cara que había de servir de pavimento, lo que descubre el
origen no musulmán de estas aceras”36. La transformación de
la antigua Rauda Real se realizó en el año 1494 acabándose con
el vestigio del antiguo cementerio real de la Alhambra después
de que Boabdil hubiera trasladado antes de su partida los restos
de los emires a Mondújar. La mayor parte de las losas sepulcrales
se retiraron a comienzos de 1494 y fueron transformadas
por los maestros canteros mudéjares el Focayre y el Guadixi en
sesenta grandes losas de mármol que se reutilizaron en el pavimento
de la casa real37, y deben ser las mismas que se descubrieron
en el patio de Comares.
El Cuarto Real de los Leones junto con el de Comares constituía
el núcleo principal de las llamadas casas reales viejas,
siendo éste uno de sus espacios más nobles38. Fue por ello el lugar
elegido para ubicar la parroquia de Santa María mientras
se edificaba la iglesia. Allí también había un jardín y diversas
fuentes, además de una gran jaula para faisanes hasta 1638 en
que se desmontó al hacerse otra en el jardín del adarve. Aunque
sabemos que hubo en el patio de los Leones algunos naranjos,
las escasas referencias documentales39 al cultivo de ésta y otras
especies en el patio parecen indicar que sería un jardín muy reducido
hasta el siglo XIX40.
El centro del patio lo hermoseaba la fuente que le daba nombre41.
El agua que la alimentaba llegaba primero hasta “la pila
de la plaçeta del Cuarto de los Leones”42 y luego a las demás
fuentes del Cuatro de los Leones encañada desde la alcubilla
que había en el jardín alto de la casa del Marqués de Mondéjar,
identificada hoy con el palacio del Partal43: “...Gaspar de Ortega,
cañero de esta Alhambra, ha hecho cincuenta y tres varas de
cañería para la fuente que esta frente a el Cuarto de los Leones,
y viene dicha cañería desde el alcubilla que está en el jardín
alto de las casas del señor marques de Mondéjar...”44. La madre
del desaguadero de las fuentes del Cuarto de los Leones estaba
junto a la alcubilla de los baños45.
Fuente: Los jardines de la Alhambra durante el reinado
de los Austrias
Esther Galera Mendoza ·
Universidad de Granada

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Los jardines de la Alhambra durante el reinado
de los Austrias

Los cipreses igualmente abundaron en la Alhambra en los siglos XVI y XVII. Era apreciada su elegancia, su aroma y la calidad de su madera. Sobre el ciprés decía Leon Battista Alberti que era muy aconsejable para la construcción, y particularmente para
solar las casas, y para la carpintería de las puertas, con cualidad “no inferior al cedro y al ébano. Y decía: Aseguran que la carcoma y el envejecimiento no afectan en absoluto al ciprés, y que de ninguna manera se resquebraja por propia naturaleza”23.
Por esta razón su madera era apreciada para la edificación, y en efecto se utilizó en la construcción de los palacios de la Alhambra.
Münzer así lo constataba: “Todos los palacios y estancias, en la parte de arriba, tienen artesonados y techumbres tan soberbias, fabricadas con oro, lapislázuli, marfil y ciprés, de tan variadas maneras que no se puede escribir ni contar”24. los jardines de los cuartos reales  de comares y de los leones
Los jardines que adornaron los palacios de la Alhambra habían sido concebidos para alegrar la vida en palacio, y procuraban un deleite a los sentidos al igual que la vista del paisaje tras los muros de la fortaleza: el valle del Darro y el Albaycín, la ciudad, la Vega y Sierra Nevada. La ubicación de la Alhambra en una colina apartada del núcleo urbano, armonizaba perfectamente con el ideal renacentista de edificar los palacios y casas principales fuera de la ciudad para “el disfrute y la comodidad de idílicos espacios verdes”25. La atención de la corona hacia los jardines de la Alhambra fue inmediata a la posesión de la misma.
En 1493 los Reyes Católicos hicieron venir desde Valencia a dos hortelanos, Bartolomé Gramaje y Bernal Sebastián, para que se encargasen del cultivo y cuidado de los jardines y huertas de la Alhambra, los cuales hicieron traer de Palma del Río (Córdoba)
importantes partidas de naranjos26.
Hubo en la Alhambra jardines abiertos en amplios ámbitos del recinto amurallado pero también otros encerrados en los palacios, en los patios, en espacios íntimos, como también los había en los claustros conventuales. Así los patios de las casas reales
viejas (palacios nazaríes) estaban ajardinados, tanto el patio de Comares como el de los Leones, aunque en distinto grado.
En el palacio de Comares había un frondoso jardín plantado de naranjos y arrayanes27, por lo que también se conoció con el nombre de patio de los Arrayanes. Otras veces se le llamó de la Alberca pues en el centro del patio hay una gran alberca (34 x 7,10 m) comunicada con dos surtidores situados en los extremos a través de un canal de piedra28.
Las albercas, pilares y fuentes hacían accesible el agua dentro del espacio doméstico. Estaban intercomunicadas para el mejor aprovechamiento del agua, y formaban parte de la infraestructura hidráulica de la ciudadela de la Alhambra junto con los aljibes y alcubillas desde donde se distribuía mediante conducciones y cañerías realizadas generalmente de barro.
Los numerosos pilares y fuentes de los palacios y jardines de la Alhambra se explican no sólo por una motivación estética u ornamental sino también por esta necesidad de carácter práctico, el fácil acceso al agua tanto para el uso doméstico como para
el riego de los jardines. La alberca del patio de Comares revela la importancia del jardín de este palacio, también constatada documentalmente.
En el centro de la alberca pudo haber en el siglo XVII una fuente.
Sabemos que en 1626 el cantero Bartolomé Fernández Lechuga labró “la pila... de la dicha piedra [de Elvira] para el patio de las casas reales de Comares”29, y probablemente es la misma fuente a la que se refiere Gómez Moreno colocada en el centro de la alberca, sostenida por una columna, posteriormente desmontada y colocada en el Partal30.
El patio de Comares, en torno a la alberca, estuvo pavimentado con losas de mármol blanco. Así fue después de la conquista pero también antes de 1492 si atendemos a la descripción de Münzer de 1494: “Vimos allí palacios incontables, enlosados con blanquísimo mármol, bellísimos jardines, adornados con limoneros y arrayanes, con estanques y lechos de mármol en los lados”31. El enlosado de mármol se mantuvo en los siglos XVI y XVII, renovándose y reponiéndose en varias ocasiones.
Fuente: Los jardines de la Alhambra durante el reinado de los Austrias
Universidad de Granada
· Esther Galera Mendoza ·

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 No obstante no eran los cítricos la única variedad que se cultivaba, también queda constancia de la existencia en los siglos XVI, y XVII de cipreses10, parras, arrayanes, murtas, claveles, jazmines y rosales11. Algunas de estas plantas eran simplemente ornamentales, pero otras tenían un uso medicinal añadido, como los arrayanes, que se utilizaban para hacer jarabe de arrayán12. El uso medicinal del arrayán también se conoció en la cultura islámica y se prolongó incluso al siglo XIX aconsejado para “hemorragias y flujos de vientre”13. El mirto se usaba contra la picadura de tarántula y escorpión, y también con una finalidad estética desde la Edad Media si hacemos caso al tratado de agricultura de Abu Zacaria Iahia Aben Mohamed: “La utilidad del grano [del mirto] para el cabello es bien conocida: ...se machaca verde y después de enxuto, molido, y humedecido con aceite se pega al cabello, al qual encrespa, ennegrece, alarga y reserva de todo daño… Este se hace majando y exprimiendo las hojas verdes cuyo zumo echando de él quarta parte de libra en una de aceite común con diez dracmas de mirobalano y poniendolo a fuego de brasas sin llama, viene a quedar muy bueno y perfectamente desecado. Con lo qual untando el cabello, le tiñe de negro…”14. Otros árboles y plantas frecuentemente utilizados en la botica como los membrillos ( jarabe de membrillo) no eran cultivados en los jardines de las casas reales pero con toda probabilidad los había en la Alhambra, en los huertos particulares15. Los naranjos eran, no obstante, la especie más cultivada y atractiva en los jardines de las casas reales y en el Adarve Nuevo. Se plantaban junto a las paredes para clavar en ellas los armazones y esteras que los jardineros colocaban cada invierno para preservarlos de las heladas. Las esteras eran de esparto y de anea, se cosían unas a otras con hilo de cáñamo16, y se clavaban a la pared sobre los armazones cubriendo los naranjos: “...dos libras de clavos de entablar para clavar la armadura de madera para cubrir los naranjos del patio de Comares”17. El armazón sobre el que los jardineros colocaban las esteras lo confeccionaba generalmente un oficial de carpintería, sirva de ejemplo el que hizo para el patio de los Arrayanes en 1638 Juan de Oliva, oficial del maestro carpintero Leonardo de Balladares, y con anterioridad de Diego de Oliva. A esta operación de cubrir los naranjos se la llamaba “entapizar”. Se realizaba antes de que comenzasen los fríos inviernos, y en ocasiones había que repetirla a lo largo de la estación cuando los temporales deterioraban prematuramente las esteras y se hacía necesario sustituirlas por otras nuevas: “Gaspar Vázquez, peón, seis días que se ha ocupado atando y cosiendo unas con otras y colgando ocho esteras nuevas que se han hecho para cubrir los naranjos y limones y cidros de el adarve nuevo por haberse podrido las viejas con las muchas aguas y nieves de el invierno, y rotolas y descompuestolas los muchos aires en diferentes ocasiones, y volviendo a colgar las viejas que se han reparado, y a coserlas, y dos esteras nuevas que se han hecho para el patio de los Arrayanes”18. La inversión en esteras y armazones no era nada despreciable. Pensemos que sólo las que se pusieron en 1640 en el jardín de Daraxa y en algunos huecos del jardín del Adarve Nuevo representaron 1.150 varas y media después de cosidas19. Por ello, una vez pasado el invierno se retiraban y se guardaban “en una bodeguilla del Cuarto de los Leones, a donde los almacenes de estas casas reales”20, con objeto de aprovecharlas al año siguiente. Las esteras cubrirían también los limones, cidros, y jazmines: “El jazmín ha de tenerse cubierto en tiempo frío respecto a que le abrasan las nieves”21. Otros árboles y plantas no se resguardaban con esteras aunque el jardinero periódicamente iba “quitando la nieve de los cipreses y murtas y claveles de los jardines”22. Fuente: Los jardines de la Alhambra durante el reinado de los Austrias • esther galera mendoza •Universidad de Granada

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Los jardines de la Alhambra durante el reinado
de los Austrias
el cultivo de los jardines y sus usos
El mantenimiento de los jardines era esmerado, consistía principalmente
en cultivarlos y regarlos, pero también en limpiarlos
de hierba, sofocar las plagas2 y proteger los árboles de las
heladas. Estas funciones las realizaba habitualmente un jardinero
que era incluido en la nómina semanal de los trabajadores
de las obras reales con un salario de cuatro reales al día. Ocasionalmente
el oficio de jardinero podía realizarlo un peón de
las obras reales, reduciéndose entonces el jornal a tres reales y
medio. Otras veces la nómina ascendía a cinco reales al día si
se retribuía una labor especial como era la poda. Con relativa
frecuencia se aunaba la figura del fontanero y jardinero ocupándose
éste también de desazolvar y reparar las cañerías por
las que se conducía el agua hasta las fuentes o albercas de los
jardines de donde se tomaba para el riego. Al jardinero igualmente
le competía barrer los jardines. La nómina de 21 de abril
de 1646 resume la mayor parte de sus funciones: “Gaspar Vázquez,
peón, seis días que se ha ocupado mudando los macetones
que están en los jardines de el Adarve, y trasplantando
los naranjos y limones dellos y echandoles nueva tierra, que se
maltrataron por los muchos yelos, y quitando las esteras de dichos
jardines y de el patio de los Arrayanes y jardín de Daraja
y encerrándolas, y limpiándolos y quitando todo lo helado a dichos
limones, cidros y naranjos para que retoñen de nuevo, y
cuidando las fuentes y alcubillas destas casas reales, y regando
las alamedas, a cuatro reales cada día”3. Conocemos el nombre
de algunos de los jardineros que trabajaron en la Alhambra
después de la conquista, y en los siglos XVI y XVII: Bartolomé
Gramaje (1493/1504), Bernal Sebastián (1493/96), Fray Juan
Beato de la Reina (1500/1516)4, Alonso Eladarve (1558), Alonso
Gordufa5 (1584), Miguel Díaz, fontanero y jardinero (1637/39),
Francisco de Tolosa (1637), Tomás López (1639/40), Juan de
Tolosa (1640), Pedro de los Reyes (1641), Gaspar Vázquez, peón
y jardinero (1644/45/46), y Esteban de León (1648)6.
En el siglo XVI abundaban los naranjos, limones y cidros en las
casas reales de la Alhambra. Los había en el Cuarto de Comares7,
en el Cuarto de los Leones, en el Jardín del Adarve Nuevo, en los
revellines bajo la Torre de la Vela, en el jardín de Daraxa, y en el
de las Armas Reales. Esta combinación de naranjos, limones y
cidros correspondía plenamente al gusto renacentista. Uno de
los jardines que Polifilo visita en su sueño (1499) estaba plantado
de “naranjos, limoneros y cidros, que ofrecían una clausura
amenísima y placidísima, presentando a los ojos una bellísima
ostentación de densidad de alegre follaje y perfumadas flores...”8.
También en los jardines de los Reales Alcázares de Sevilla hubo
desde finales del siglo XV numerosos naranjos y limoneros, así
lo constató Münzer en 1494, el flamenco Antonio de Lalaing en
1502, y Navagero en 1526, el cual vio “un patio lleno de naranjos
y limoneros hermosísimos y dentro otros apacibles jardines, y
en ellos un bosque de naranjos donde no penetra el sol, y es quizá
el sitio más apacible que hay en toda España”9.
Fuente: Los jardines de la Alhambra durante el reinado
de los Austrias
· esther galera mendoza ·
Universidad de Granada

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