Los jardines de la Alhambra durante el reinado
de los Austrias
Los cipreses igualmente abundaron en la Alhambra en los siglos
XVI y XVII. Era apreciada su elegancia, su aroma y la calidad de su madera.
Sobre el ciprés decía Leon Battista Alberti que era muy aconsejable para la
construcción, y particularmente para
solar las casas, y para la carpintería de las puertas, con
cualidad “no inferior al cedro y al ébano. Y decía: Aseguran que la carcoma y
el envejecimiento no afectan en absoluto al ciprés, y que de ninguna manera se
resquebraja por propia naturaleza”23.
Por esta razón su madera era apreciada para la edificación,
y en efecto se utilizó en la construcción de los palacios de la Alhambra.
Münzer así lo constataba: “Todos los palacios y estancias,
en la parte de arriba, tienen artesonados y techumbres tan soberbias,
fabricadas con oro, lapislázuli, marfil y ciprés, de tan variadas maneras que
no se puede escribir ni contar”24. los jardines de los cuartos reales de comares y de los leones
Los jardines que adornaron los palacios de la Alhambra habían sido
concebidos para alegrar la vida en palacio, y procuraban un deleite a los
sentidos al igual que la vista del paisaje tras los muros de la fortaleza: el
valle del Darro y el Albaycín, la ciudad, la Vega y Sierra Nevada. La ubicación de la Alhambra en una colina
apartada del núcleo urbano, armonizaba perfectamente con el ideal renacentista
de edificar los palacios y casas principales fuera de la ciudad para “el
disfrute y la comodidad de idílicos espacios verdes”25. La atención de la
corona hacia los jardines de la
Alhambra fue inmediata a la posesión de la misma.
En 1493 los Reyes Católicos hicieron venir desde Valencia a
dos hortelanos, Bartolomé Gramaje y Bernal Sebastián, para que se encargasen
del cultivo y cuidado de los jardines y huertas de la Alhambra , los cuales
hicieron traer de Palma del Río (Córdoba)
importantes partidas de naranjos26.
Hubo en la
Alhambra jardines abiertos en amplios ámbitos del recinto
amurallado pero también otros encerrados en los palacios, en los patios, en
espacios íntimos, como también los había en los claustros conventuales. Así los
patios de las casas reales
viejas (palacios nazaríes) estaban ajardinados, tanto el
patio de Comares como el de los Leones, aunque en distinto grado.
En el palacio de Comares había un frondoso jardín plantado
de naranjos y arrayanes27, por lo que también se conoció con el nombre de patio
de los Arrayanes. Otras veces se le llamó de la Alberca pues en el centro
del patio hay una gran alberca (34 x 7,10 m ) comunicada con dos surtidores situados
en los extremos a través de un canal de piedra28.
Las albercas, pilares y fuentes hacían accesible el agua
dentro del espacio doméstico. Estaban intercomunicadas para el mejor
aprovechamiento del agua, y formaban parte de la infraestructura hidráulica de
la ciudadela de la Alhambra
junto con los aljibes y alcubillas desde donde se distribuía mediante
conducciones y cañerías realizadas generalmente de barro.
Los numerosos pilares y fuentes de los palacios y jardines
de la Alhambra
se explican no sólo por una motivación estética u ornamental sino también por
esta necesidad de carácter práctico, el fácil acceso al agua tanto para el uso
doméstico como para
el riego de los jardines. La alberca del patio de Comares revela
la importancia del jardín de este palacio, también constatada documentalmente.
En el centro de la alberca pudo haber en el siglo XVII una
fuente.
Sabemos que en 1626 el cantero Bartolomé Fernández Lechuga
labró “la pila... de la dicha piedra [de Elvira] para el patio de las casas
reales de Comares”29, y probablemente es la misma fuente a la que se refiere
Gómez Moreno colocada en el centro de la alberca, sostenida por una columna,
posteriormente desmontada y colocada en el Partal30.
El patio de Comares, en torno a la alberca, estuvo
pavimentado con losas de mármol blanco. Así fue después de la conquista pero
también antes de 1492 si atendemos a la descripción de Münzer de 1494: “Vimos
allí palacios incontables, enlosados con blanquísimo mármol, bellísimos
jardines, adornados con limoneros y arrayanes, con estanques y lechos de mármol
en los lados”31. El enlosado de mármol se mantuvo en los siglos XVI y XVII,
renovándose y reponiéndose en varias ocasiones.
Fuente: Los jardines de la Alhambra durante el reinado
de los Austrias
Universidad de Granada
· Esther Galera Mendoza ·
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